Un estudio del Instituto Karolinska revela que casi un tercio de los pacientes con COVID prolongado desarrolla el síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS), una condición que transforma la vida cotidiana y golpea sobre todo a mujeres de mediana edad.
HoyLunes – El Síndrome de Taquicardia Ortostática Postural, o POTS por sus siglas en inglés, es una afección en la que el corazón late anormalmente rápido al cambiar de posición de estar acostado a estar de pie. Ponerse de pie es un desafío para quienes lo padecen, ya que se sienten mareados y prefieren sentarse o acostarse, lo que se denomina intolerancia ortostática. Sus corazones también pueden latir más rápido de lo normal en reposo y durante el esfuerzo. Los pacientes experimentan fatiga y dificultades de concentración, síntomas que son comunes en el COVID prolongado.
Ahora, los investigadores del Instituto Karolinska muestran que el POTS se presenta en casi un tercio de los pacientes con COVID prolongado grave. En comparación, antes de la pandemia menos del uno por ciento de la población sueca padecía POTS.

“Estudios previos, más pequeños, han demostrado que existe una conexión, pero ahora podemos decir con certeza que el POTS es una afección muy común en pacientes con COVID prolongado. Este es un conocimiento valioso tanto para los profesionales de la salud como para los pacientes”, afirma Mikael Björnson, doctorando del Departamento de Medicina, Solna, Instituto Karolinska.
Mujeres en la mediana edad temprana
Según los investigadores, este estudio es el más grande y detallado hasta la fecha sobre la relación entre el POTS y el COVID prolongado. Se examinaron en total 467 pacientes con COVID prolongado grave que no habían sido hospitalizados por COVID-19. El 91 por ciento eran mujeres de mediana edad que estaban esencialmente sanas y físicamente activas antes de desarrollar COVID prolongado. En promedio, doce meses después de enfermarse, se sometieron a pruebas físicas y completaron cuestionarios sobre su salud. Aquellos que mostraban signos de posible POTS también recibieron una evaluación de un cardiólogo tras pruebas específicas adicionales.

El 31 por ciento de los participantes recibió un diagnóstico de POTS, mientras que el 27 por ciento presentó síntomas pero no cumplía los criterios para el diagnóstico. El 42 por ciento restante no tenía síntomas de POTS. Los pacientes con diagnóstico presentaban frecuencias cardíacas significativamente más altas durante las pruebas de caminata e informaron una calidad de vida relacionada con la salud más baja.

El POTS puede tratarse
“Es importante saber que el POTS puede detectarse con pruebas sencillas y de bajo costo que están disponibles en todos los niveles de la atención sanitaria. Para quienes reciben un diagnóstico, existen tratamientos que pueden aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida”, señala Judith Bruchfeld, profesora asociada en el Instituto Karolinska, médica consultora sénior en enfermedades infecciosas en el Hospital Universitario Karolinska y directora del estudio.
Los investigadores recomiendan ahora que los pacientes con COVID prolongado que experimenten un aumento significativo de la frecuencia cardíaca al cambiar de posición de estar acostados a estar de pie, así como durante el esfuerzo, y que presenten síntomas como mareo, niebla mental y fatiga pronunciada, sean evaluados para detectar POTS.
El siguiente paso en la investigación es un seguimiento a cuatro y cinco años del grupo de pacientes, y además, de pacientes con COVID-19 que han sido tratados en hospitales. Los investigadores investigarán la recuperación y el nivel funcional a lo largo del tiempo.

El estudio es una colaboración con el Hospital Universitario Karolinska y ha sido financiado por el Consejo Sueco de Investigación y la Fundación Sueca del Corazón y Pulmón.
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